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El misterio del ciclista escapado

Miguel Rosa fue un destacado miembro de la comunidad nazarena. En su juventud, allá por la década de 1950, atesoró diversos premios como joven promesa del ciclismo nazareno, como el Campeonato de Ciclismo Amateur de Andalucía por etapas (1954). Esta curiosa historia intenta recrear un poco esa época de casi posguerra, y el controvertido y curioso final de etapa de aquella carrera ciclista en la vecina localidad de Los Palacios.

Rafael Rosa

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España. Año 1954

La autarquía cultural del régimen franquista seguía basada en los principios del Movimiento, que si bien alimentaba el ego de los vencedores -Guerra Civil Española, Sevilla 1936- Burgos 1939 – aun no dejaba entrever viso de modernidad alguno en un país socialmente destruido, territorialmente arrasado y culturalmente muerto tras la posguerra. Internacionalmente, España sencillamente casi no existía. Sólo algunos rayos de luz eran lanzados desde y bajo el auspicio de algunas editoriales filocatólicas y progresistas a la palestra de la literatura o el periodismo. Cela, Blas de Otero, Ángel González, Gala, Peridis, Forges, Paco Sánchez, Manolo Silva, etc., algo que fue realmente singular aunque con muy poca repercusión social, excepto en los cerrados círculos literarios de la época y fuera del país. El cine, estranguló la cultura andaluza hasta retorcerla y elevarla a símbolo patrio de una falsa y patética idiosincrasia nacional, basada en el elemento folclórico sureño de cara al turismo, y construye a la vez una imagen de puertas para adentro gracias a esa propaganda melosa: la de un país que se va levantando gracias a la bondad del buen cacique y el obrero sumiso que trabaja por España. Desgraciadamente, esa falsa idea de clientelismo paternalista aún perdura hoy día en muchos círculos políticos y económicos de nuestro país. Los trabajos del Canal de los presos fueron un buen ejemplo de dicha bondad clientelar de antaño, y las más modernas Rumasa o Abengoa lo confirmarían a largo plazo.

Sin embargo, de aquel 1954 …

…se podrían rescatar algunos hitos musicales que el tiempo no ha sido capaz de borrar u olvidar, como fueron la música de Antonio Machín, los primeros discos de vinilo de Fundador o de Los 3 Sudamericanos, o las eternas baladas de Nat King Cole entonadas con aquel portentoso acento español de Florida. Una de las nuevas pasiones deportivas admitida y promocionada desde el régimen fue el ciclismo, que por entonces arribaba a los carteles, periódicos y emisoras radio y que se hacía cuerpo presente e imagen en los primeros Telefünken con noticias del gran Federico Martín Bahamontes o del Tour de Francia.

El Niño Rosa

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Esmerábase Miguel Rosa entrenando. Se levantaba antes que saliera el sol y recorría unos 100 kms. al día, lloviera, hiciera frío, viento, o calor, por aquellas carreteras de entonces, sin señalización, peraltes, o arcenes, verdaderos caminos de cabra. Carmona, Lebrija, Morón, Utrera, o Los Palacios, eran sus pistas de preparación. Aquel verano de 1954, Miguel -que ya le hablaba a su novia, una guapa chica nazarena llamada Pepita Castejón – venía de ganar un par de etapas de las cuatro que componían el campeonato amateur andaluz, una en Bollullos del Condado si no recuerdo mal, y creo que también la etapa inaugural, que fue una Contrarreloj en la Avenida de la Palmera en Sevilla, aunque no podría afirmarlo con toda seguridad. Lo que sí recuerdo es que eran excelentes rivales los que competían junto a Miguel aquel año, como Gómez del Moral, y que todo el mundo quería ganar por la preponderancia que había adquirido el ciclismo en el panorama del deporte nacional e internacional. Miguel ya era conocido por aquellos años como El Niño Rosa, en referencia a su natalicio, al ser hijo y hermano de José Rosa, José Rosa jr. y Teresa Rosa respecticamemnte, esta última casada con Francisco Gómez “El Turri”. José Rosa Sánchez, padre de Miguel, estuvo casado con Elena Alonso Becerra, rellenadora en los almacenes de Ibarra durante muchos años como tantas mujeres nazarenas, y fue la matriarca de toda esta saga de nazarenos, y sus nietos, a saber: Fernando José, Francisco, Pepe, Jesús, Isabel María, Helena, todos nietos de José y Helena, cuyos bisnietos serían objeto probablemente de otro folio.

Un misterio resuelto

Punto y Aparte de Dos Hermanas

En aquella última etapa del Amateur del 54, Sevilla-Los Palacios, Miguel se escapó del pelotón justo antes de comenzar la recta de Los Palacios, uno de sus lugares favoritos para entrenar, adquiriendo una notable ventaja respecto del pelotón. El leve desnivel norte/sur del final del trazado le proporcionaría ventaja como él bien sabía. Pero cual fue la sorpresa del ciclista nazareno al verse rebasado por un camión en cuya parte trasera, de forma absolutamente tramposa, iba renganchado un ciclista. El desánimo no pudo con Miguel, que a los pocos minutos entraba en la meta casi llorando de impotencia. Terminada la llegada de los ciclistas a la meta, con los vítores y aplausos de la concurrencia palaciega en homenaje al supuesto vencedor- el cual portaba ufano su copa de ganador- hubiese terminado todo. Pero no fue así. Antonio, un primo hermano de Miguel, a quien cariñosamente todos llamaban El Chorla, y que era persona ciertamenta fornida, se dirigió al ciclista tramposo, arrebatándole la copa ante de todo el mundo, y dejando el siguiente comentario para la posteridad de la comarca: “Trae pa cá, muchacho”.
Finalmente, y tras resolverse el entuerto por parte de la organización, Miguel Rosa fue galardonado, no con una, sino con dos copas: la de la etapa y la del campeonato. Al menos las fotos así lo atestiguan.

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