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Cada 22 de abril se celebra el Día de la Tierra, el aniversario del nacimiento del movimiento ambiental moderno en los años 70.

El Día de la Tierra se posiciona como una jornada para recordarnos la importancia de llevar a cabo hábitos como clasificar, reciclar, ahorrar agua, caminar en lugar de conducir, usar bombillas de bajo consumo, comprar en los comercios locales pero, ante todo, es una jornada de concienciación que debería hacerse extensible a toda nuestra vida.

Tras la publicación de Silent Spring en 1962 y de la catástrofe ecológica causada por el derrame de petróleo de Santa Bárbara en 1969, la cual mató a más de 3.500 aves en la costa de California, nació el primer Día de la Tierra. Cerca de 22 millones de estadounidenses salieron a la calle para protestar contra la destrucción del medio ambiente.

Es un día de participación ciudadana en el que las personas organizan marchas, firman peticiones, plantan árboles o limpian sus ciudades, barrios y caminos. Las corporaciones y las instituciones públicas lo utilizan para hacer promesas y anunciar medidas de sostenibilidad. 

Pero como comentábamos, esta toma de conciencia es una responsabilidad atemporal. Pasada esta festividad, todos los ciudadanos tenemos la oportunidad de reflexionar a diario sobre el daño causado al planeta y los simples y cotidianos gestos para preservarlo. Con acciones tan sencillas como:

  • Adquirir productos locales, pero también de temporada para limitar las emisiones de contaminantes y los residuos.
  • Clasificar los residuos para transformarlos en energía o reciclables, así como llevar a puntos específicos aquellos medicamentos vencidos o no usados consultando a nuestro farmacéutico de confianza.
  • Apagar la luz al salir de una habitación para ahorrar electricidad.
  • Utilizar el transporte público, la bicicleta, compartir el coche o ir caminando para evitar más contaminación.
  • Cortar el agua durante el cepillado o el afeitado.
  • Alquilar en lugar de comprar, lo que en última instancia produce menos residuos.

La Asociación Montequinto Ecológico (AME) organizó la charla-coloquio «consciencia y cambio climático», el pasado año con motivo del Día de la Tierra. Este 2019 la campaña se centra en demostrar que todos los seres vivos tienen un valor intrínseco. Por ello, debemos trabajar juntos para proteger a las especies en peligro y en peligro de extinción: jirafas, abejas, insectos, ballenas o elefantes, entre otros.

No solo los osos polares están amenazados, existen más de 15.000 especies en esta situación: 1 mamífero de 4, 1 pájaro de 8. La desertificación y la deforestación son, en parte, responsables de ello.

La buena noticia es que esta cifra aún puede reducirse, y la campaña cuenta con los siguientes objetivos:

  • Fomentar acciones individuales como adoptar una dieta basada en vegetales y detener el uso de pesticidas y herbicidas.
  • Educar y concienciar sobre la extinción de millones de especies, así como las causas y consecuencias que la provocan.
  • Lograr políticas que protejan especies y sus hábitats.

A su vez, este 2019 se ha vuelto a hablar del papel relevante de la bicicleta ya que las personas generamos demasiada contaminación. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se espera que la flota mundial de automóviles se triplique para 2050 y que las emisiones de gases de efecto invernadero aumenten más rápidamente en el sector del transporte que en cualquier otro.

El cambio climático es una de las mayores amenazas para el desarrollo sostenible en todo el mundo y es solo uno de los muchos desequilibrios causados por patrones de consumo y producción insostenibles, con consecuencias irreversibles para las generaciones futuras.

Inviernos demasiado suaves, veranos demasiado calurosos, ríos secos, especies en extinción, etc. nos indican que el famoso efecto invernadero ya no es una amenaza lejana, sino una realidad.

Consumir verde es redescubrir el sabor de las cosas buenas y una vida más natural. Cuando luchamos contra la degradación del medio ambiente, luchamos para preservar nuestra salud. Y no estamos hablando de los riesgos potenciales para nuestros bisnietos. Es la calidad de vida de nuestros hijos o nietos lo que está en peligro.

Ahora es tu turno, ¿cuál será tu próximo paso para cuidar el planeta? 

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