Los colegios y almacenes cerraron sus puertas, y los niños y mayores abrieron las de sus casas para disfrutar de este momento histórico, dando paso a la ilusión.
Judith Perza / Actualidad
Si quieren soñar, cierren los ojos, y viajen al pasado, 64 años atrás. Volvamos a recordar aquel 2 de Febrero de 1954, día único en la historia de Dos Hermanas. Aquella tarde de invierno, la lluvia se convirtió en nieve, vistiendo las calles de Dos Hermanas de blanco por primera vez.
Las temperaturas marcaban mínimas de 2 grados bajo cero desde finales de Enero, la lluvia de aquella tarde que comenzó a las 20.00 de la tarde se convirtió en nieve dos horas después y no cesó hasta las 3 de la madrugada. Fue algo insólito, algo mágico para un pueblo que por primera vez se encontraba dicho espectáculo al salir de sus casas. Un manto de 30 centímetros de nieve cubría las calles de nuestro pueblo.
Todo comenzó días anteriores, cuando un anticiclón anclado al sur de la Península Escandinava propició la llegada de aire siberiano a través de los Pirineos, estancándose en España. A las bajas temperaturas se le unió una borrasca, situada al oeste de Galicia que se movió velozmente hacia el Golfo de Cádiz, originando precipitaciones intensas en el valle del Guadalquivir, Huelva y Cádiz. Con la lluvia y temperaturas bajo cero, fue inevitable que se produjera la nevada.
Los colegios y almacenes cerraron sus puertas, y los niños y mayores abrieron las de sus casas para disfrutar de este momento histórico, dando paso a la ilusión. Las calles se llenaron de personas que con el asombro en su rostro, no dejaron de pasear. Los muñecos de nieve y la lanzada bolas fueron los protagonistas.
Pero la nieve, como la lluvia, nunca es a gusto de todos, y también causó algunos daños. Muchos árboles, quedaron destrozados al partirse las ramas con el peso de la nieve y los olivareros se enfrentaron a grandes pérdidas debido a la nevada.
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