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Moderados, la antítesis de los violentos y radicales

«A raíz de los atentados de Barcelona se ha simplificado el problema del terrorismo, equiparando a practicantes religiosos tolerantes con fundamentalistas fanáticos, creando en el discurso y lenguaje un racismo excluyente, islamófobo y enfermizo, alejándose de la realidad que hay en nuestro país. Una mayoría respetuosa, flexible y humana».

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Tribuna Libre – Carlos Losada 

Quizás no sea este artículo tanto una crítica a España, bella tierra de conejos, como a muchos españoles y su particular idiosincrasia y general maniqueismo. Suelo leer y escuchar ahora más que nunca al intrínseco, drástico de poca base lógica, que solventaría los problemas con una finalidad que hace pagar al justo por pecador.




A raíz de los atentados de Barcelona se ha simplificado el problema del terrorismo, equiparando a practicantes religiosos tolerantes con fundamentalistas fanáticos, creando en el discurso y lenguaje un racismo excluyente, islamófobo y enfermizo, alejándose de la realidad que hay en nuestro país. Una mayoría respetuosa, flexible y humana.

Me impresiona a veces la doble moral que solemos tener muchos de nosotros. Cuando por ejemplo ETA sembraba el terror, el cual hemos padecido en España durante tantos años de democracia, a muy pocos he oido decir de manera tan desiderativa como a los musulmanes, que ningún Vasco podría empadronarse o vivir en cualquier otra comunidad española que no fuera Euskadi.

Es tan grande la contradicción que veo en la sociedad, que me quedo atónito cuando esos mismos carcas idolatran o celebran un gol de Frederic Kanouté, Frank Ribery, Karim Benzema o del ahora Zouhair Feddal, que por cierto celebró su segundo gol frente al Celta de Vigo el pasado 25 de agosto, con un gesto que representa la paz, simbolizando concretamente la paloma de la paz, mascota de Afrodita, diosa del amor; curiosamente esta simbología se encuentra también en el Génesis, libro bíblico en donde Dios utiliza la paloma como premisa de paz para toda la humanidad, específicamente en el conocido relato del arca de Noé.

Increíble pero cierto, la fobia y aversión se transforman en simpatía y fetichismo, por tan sólo introducir un balón en una red, y entre dos postes paralelos y uno superior. La España profunda, tan arraigada a su costumbre: conmigo o contra mí, ha resurgido de sus cenizas, fiel a su historia e ilógica cultura. Y por ende, más adherida a la incongruencia de los radicales que de los razonables y sensatos.

Yo lo tengo claro:

– ¡Amor a la humanidad y odio al terrorismo!

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